30 enero, 2008

¡Oiga, Caballlleeeeero...!

En realidad sí se me hace una confusión, que a lo mejor algún memorioso hermano (me refiero a uno) salva. No sé aquello de ir a almorzar al restaurant original de Rosita Ríos, en el Rímac, fue justo antes de que El Doc nos llevara por primera vez al Estadio Nacional al partido Octavio Espinoza contra el Defensor Lima (por supuesto, apenas preliminar y ni siquiera semifondo de la fecha dominguera de un Descentralizado) o si fue (y aprovechando la cercanía), justo antes de ir a la Plaza de Acho a ver el Circo de Moscú. Whatever! Lo que quería narrar era otro nostálgico memento de chiquititud, que está relacionado con haber visto a quien fuera llamado el más grande payaso de la historia: Oleg Popov.
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'El Payaso Sol' nació en 1930, en Moscú, razón por la que a la edad que lo vimos mis hermanos y yo -circa 1970- frisaba la cuarentena, no obstante lo cual (o acaso, razón por la cual) su desenvoltura física era notable. Recuerdo que para esa tarde El Doc había comprado entradas para la general (vulgo, galería, porque el resto de localidades seguramente eran carísimas), lo cual nos hacía divisar los actos que se desenvolvían en la pista a una distancia más o menos grande: el circo había tendido su carpa por encima del coso, de modo que todo estaba en penumbras. Lo cierto es que he olvidado todos los demás actos y el único que recuerdo (¡qué cosas tiene la memoria!) es el de Popov, y aún éste, a retazos. Me parece que salía al ruedo con un perrito, con el que hacía piruetas y demás, y ya luego empezaba a hacer un acto en solitario, una parte del cual consistía -si el Alzheimer no me delata- en andar por un cable metálico elevado a unos dos metros del suelo (una tight rope chiquita, que le dicen) y realizar la proeza más increíble que hubiéramos visto hasta entonces: Popov, vestido de un sacón azul escarchado (la carencia de las hoy comunes pantallas gigantes reducen ello a sólo una sospecha) iniciaba una temblorosa caminata sobre el alambre; una vez que hubo llegado a la mitad, con vacilante esfuerzo se puso de cabeza y, con inverosímil dominio y presteza, se iba despojando del sacón mientras empezaba a rodar sobre la cuerda hasta el otro extremo, al cual llegó ya 'cambiado' con un sacón de otro color (¿cómo lo hizo?, ¡sabe Dios!). Tras de eso bajó del alambre y continuó haciendo su acto, como si tal cosa. A la salida y durante el regreso a Chincha (seguramente esa misma tarde), mis hermanos y yo desmenuzamos el acto, riéndonos con el recuerdo.
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Y no es que haya muchas, pero al menos ubiqué un video de él en YouTube que pinta la creatividad de sus actos y sus marcadas influencias. Muy probablemente las imágenes provengan de la película Две улыбки (Dve Ulibky, "Dos Sonrisas"), de 1970.
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He aquí la evidencia cinemera de quien -para nosotros, al menos- ha sido y seguirá siendo, el mejor payaso del mundo.
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3 comentarios:

Anónimo dijo...

Inolvidable genial Popov! Que casualidad: hace unas semanas lleve a las chicas al Circo de Moscu, justamente como preambulo al show les hice la historia del maestro payaso, y tambien les conte de los avatares de la vida del artista circense, despues de tal introducción, quedaron fascinadas con el espectaculo y ahora que Glory lee su relato, Baliente Metro, dice que tambien ella tendrá su propia historia.

Anónimo dijo...

Balientito,con su permiso, aqui hay un relato de un compadrito colombiano,que me hizo reir de buena gana..., viene al caso, dale una vuelta:
http://vidales.tripod.com/GALLINA.HTM

Anónimo dijo...

NO ME AGRADAN LOS PAYASOS...MENOS SI SON ANONIMOS (??????)