25 abril, 2006

De Todos Los Días


Hay muchas cosas de las que soy dependiente, y mi agenda, debo admitir, es una de ellas. Hace años tomé prestada la costumbre de un amigo de anotar las fechas de los cumpleaños de buena parte de mis conocidos, lo cual me ha permitido quedar siempre muy bien con los saludos respectivos a cada fecha y, si estoy en mi escritorio y mi interlocutor del otro lado del teléfono o la pantalla, asombrar con las dotes de una supuesta memoria de la que francamente carezco (¡con decir que olvidé, estando lejos de Lima y en consecuencia, lejos de mi agenda, el cumpleaños de mi compadre favorito, el día que cumplía los cuarenta!; providencialmente al encontrar a mi cumpa en el Messenger en medio de la conversación me fue soltando -así como quien no quiere la cosa- muletillas del tipo 'Alguien cumple años hoy...', 'Alguien tiene cuarenta...', 'Alguien se está olvidando de saludar a alguien...', así que antes de que las indirectas se hicieran algo más directas lo felicité por su santo, ¡no faltaba más!).

Como es habitual al final de cada año, algunos proveedores de la firma para la que trabajo nos obsequian con artículos diversos, entre los que regularmente abundan las agendas. Mi procedimiento es invariablemente el mismo: escojo la del modelo que sea más grande, preferentemente aquella que de un solo golpe de vista permita ver los siete días de la semana, tomo mi pluma (algo de kharma de tinterillo debo llevar, porque ya no puedo escribir si no es con una pluma de cartucho de tinta) y me dedico buena parte de alguna mañana de todos los Eneros a rellenar una a una todas las fechas a recordar, a los pies de los correspondientes días. Y como no sólo de cumpleaños está hecha la vida, también voy anotando aniversarios, fechas de fallecimientos y otras efemérides misceláneas. Esta práctica la ejerzo, sin exageración, por alrededor de quince años (cabalísticamente conservo en un armario de la oficina, más aún, todas las respectivas agendas) y con agrado reconozco que es un hábito que no se ha visto doblegado por la tecnología pues ni la Palm, ni las agendas de Microsoft ni ningún otro electrónico reminder me han arrebatado tan buena costumbre.

Año a año percibo que mi agenda, la del año corriente, se va poniendo como un árbol cada vez más frondoso. En el medio de las responsabilidades cotidianas y de la verificación del lento desmejoro de mi caligrafía -cada vez más practicona y renuente al adorno- han venido llegando amistades nuevas, hijos y sobrinos, poblando mis días con estrellas y diamantes y también -de modo inapelable- han visto partir seres muy queridos, desperdigando cruces en las fechas que llevan un sentido y respetuoso luto. Tales (estrellas, diamantes,cruces) son mis códigos personales, la forma en que me indico debo destacar las alegrías o o atenuar las penas que enfrentaré con el recuerdo de lo que ocurrió alguna vez en el pasado, algunas vueltas menos de la tierra alrededor del sol. Más pretenciosamente, me gusta pensar que con todo esto quedo como único y privilegiado gestor de un magnífico zodíaco de que voy llenando de actos de seres humanos que me son tan maravillosos...

Mi día laboral está llegando a su final. Hoy es 25 y, aún quedando como un perfecto caballero, he enviado el correspondiente mail de saludo a Michel M.; veo que mañana debo recordar que siendo el Día de la Secretaria, debo felicitar a mis compañeras de la oficina. Antes de irme, sin embargo, me avisan por teléfono, penosamente, que debo anotar una cruz.

Al lado, en lenta asunción de una fragilidad que nos es tan inherente, escribo escuetamente 'Tere'.
Sonrío con ese recuerdo y cierro mi agenda... Al menos, por el día de hoy.

21 abril, 2006

MacArthur Park, Esta Vez Para El Oído

Aprovechando las geniales (y gratuitas) ventajas de la web, y como me pasé hablando tanto acerca de MacArthur Park, en Los Ángeles, este obsequio a quienes no la han oído antes: la versión original, por Richard Harris en sus completísimos 7'29". Basta con dar un sencillo toque al botón de 'Play'. Voilà!...
Eso sí, por cuestiones de limitación de espacio, muy probablemente estas grabaciones hayan de ser sustituidas a lo largo del tiempo por alguna que otra más reciente, de modo que "Oíd ahora o quedad sordos para siempre".
Otronó: No creo que APDAyC me haga lío por la inclusión de esta canción tan vieja y tan poco comercial y que se avive con aquello de cobrar los respectivos royalties. ¡Total! serán apenas unos dos o tres los oyentes (como consta al ranking PerúBlogs).

19 abril, 2006

Blue Eyes 4 Ever

Como'Cleopatra', Teatro PUCP, 2003, [disculpando la pequeñez del fotograma]
Esta mañana, en la duda de si irme a tomar al San Antonio más cercano un cafecito (así, a pelo, todo sozinho, o sea en nota bien aburrida) o pasar nomás por la bodega preferida del barrio a empujarme un empanadón de carne con su Inca Diet más (un poco como para que mis resquemores engorderiles no hagan mella o cedan al sentimentalismo o al miedo -a la balanza-), decidí pasar nomás ante la bodeguita sólo para verificar que las empanadas no habían aún salido (¡qué barbaridad!, qué tendrá que hacer la programación de sus hornos con mi hambre, digo). Vi de comprarme dos cachitos rellenos con manjar (que, dicho sea de paso, en Colombia saben llamar arequipe, en alusión directa a que originalmente las vacas arequipeñas proveían el dulce hasta esas latitudes) y una Inca Diet más, pagando y enfilando de regreso para la oficina, meneando mi bolsita de papel de color ocre (ésas que les ponen a los chiquillos como lonchera en todas las películas americanas). Llegando a la esquina que hacen Alcanfores y Diego Ferré, frente al local de la productora de televisión que hace los programas de Plus TV, Canal 6, veo que hay una dama de muy buen ver tratando de convencer al guachimán de no sé qué huevada, con ademanes bastante amplios y una voz algo elevadita. Y cuando miro con más detenimiento: innegable, era ella. Cruzo la calle y desde mitad de la calzada le grito: ¡Kareen!. En effet, se trataba la même Kareen Spano herself, bella actriz, dramaturga y narradora, entrañable amiga del trío de Hijos Negados desde la época en que asistía al Taller de la UCSur invariablemente acompañada de su poodle.

Y ella que no lo podía creer (acababa de saludar a una chiquilla bien zica que justo también llegaba). ¡Carlos!, me dijo, ¡amor de mi vida, cariño de otra! (esto en realidad no me lo dijo, pero en su voz hubiera quedado de puta madre, a decir verdad), ¿qué ha sido de tu vida? -y se corrigió, un poco como para no singularizarme y tenernos identificados como al trío de gemelos que debemos ser aún en su cabeza, acaso como los Hermanos Matz-O'Reilly, triples siameses de una viejísima y sesentera serie de dibujos animados de DePatie-Freleng en el que también salía un antihéroe llamado Super Boing, que volaba sobre una guitarra eléctrica y que... creo ya me estoy desviando, para variar- ¿Qué ha sido de sus vidas?, ¿llegaron a hablar con Eslava para armar un Taller de Narrativa?, ¿qué se cuentan? y se arrancó con un brevísimo pero encantador speech, muy ojiceleste y muy suyo, mientras terminaba de darme un riquísimo abrazo que vino añadido de un delicioso profumo di donna bien Armani Pour Elle -o sea, como de hembrita recién acabada de alistar-: Se me borró el disco duro, hermano, !qué manera de haber salido de circulación! (añádase sonrisa radiante aquí) y acabó con un ¡Qué vaina es esto de estar en tantas otras cosas!, ¡no sabes!. Y mientras yo balbuceaba, todavía atarantado por tan genuina y cálida expresión de cariño (misma de la que, como ven, no me guardo palabra y hago extensivo a los lectores en todo su tenebroso esplendor, como cantaría Gal Costa) que nosotros aún escribimos (cosa que dije por Augusto y Hernán y no tanto por mí), que nosotros seguimos reuniéndonos en mi oficina, que justamente es la casa amarillita de la esquina de allá (brazo levantado en inútil esfuerzo por indicarle la dirección), ella se puso más sonriente y más coloradita, y levantando a su vez su brazo en escuadra a la altura de los ojos y con el índice hacia abajo me dijo Mira esto... Yo: Wow! ¿Qué te pasó, oye?. Y atacada de la risa, me dice: ¡Me picó una abeja!, ¿que no ves?. Y al seguir con la mirada la dirección de su índice, bajo la blusa larga, violácea-gris y sin mangas que estaba usando, vi la hermosa redondez de su vientre preñado. Seis meses, me dijo, sin dejar de reír. Enseguida, casi como despidiéndose mientras caminaba hacia la puerta que ya le abrían dijo, haciendo un generoso bye-bye con la mano, Mira, ahí está David, en el carro. Volteé para conocer al garrido y seguramente dichoso hombre que había sembrado con su estirpe el amable útero de Kareen y éste me saludó desde el Volkswagen año '75 cuadrado sobre Alcanfores (con toda seguridad, había visto toda la escena): lo vi con las barbas mojadas (me gustaría pensar que de celos) y, en postura algo incómoda porque había puesto los pies sobre el asiento del conductor y tenía aún las manos puestas sobre el timón.

Sentí que la escena se iba deshaciendo en un inacabable ralenti, que Kareen entraba al estudio de producción mientras yo aún con mi Inca abultándome el bolsillo (y la bolsita de papel ocre en pleno bamboleo), con el shock de tan inesperada como cálida escena cuando pensé que debería saludar, a mi turno, a este singular y portentoso David.

Levanté una mano y la waveé dos veces, al más puro estilo Forrest Gump. Eso debió ponerlo feliz pues, enseguida, cariñoso, David me devolvió el saludo moviendo febrilmente la colita y sacándome la lengua desde su seguramente olorosa, plena y muy poodle perritud.

Arf, arf forever.

12 abril, 2006

Idas & Vueltas De Major Tom


(Porque lo mejor de todo es enterarse. No importa qué tan tarde, lo bueno es enterarse)

En el álbum 'Scary Monsters', editado por RCA en 1980, David Bowie lanzó al aire lo que devino en ser una de sus creaciones más relevantes: 'Ashes To Ahes', en donde torna a mencionar a un personaje de su creación llamado Major Tom, cuya historia espacial había comenzado ocho años antes en el álbum 'Space Oddity' (placa lanzada originalmente en 1972 como 'Man Of Words / Man Of Music'), que es donde Bowie habla acerca de Tom, un astronauta cuya misión a la luna resulta finalmente fallida. En un tono bastante menos esperanzador que lo planteado por Elton John con su 'Rocket Man' (editado el mismo año, lo cual no deja de ser una más que curiosa coincidencia), Bowie pone a Major Tom en terrible trance cuando dice:

Here am I floating round my tin can
Far above the moon
Planet earth is blue
And there's nothing I can do.
Ground control to Major Tom:
Your circuit's dead, there's something wrong.
Can you hear me, Major Tom?
Can you hear me, Major Tom?...

En 'Ashes To Ashes' -tema poderoso y muy consistente- Bowie retoma el personaje de un modo bastante más oscuro, tal vez como queriendo dejar evidencia de su propio y desatroso paso por la cocaína. En propias palabras, dice que Tom is hitting al all-time low:

I've heard a rumour from Ground Control
(Oh no, don't say it's true!)
They got a message from the Action Man
"I'm happy, hope you're happy too.
I've loved all I've needed to love
Sordid details following."
(...)
Want an axe to break the ice,
Wanna come down right now.
Ashes to ashes, funk to funky
We know Major Tom's a junkie
Strung out in heaven's high
Hitting an all-time low...

Y Bowie ahí nomás lo dejó. Sin embargo, para fortuna de Major Tom, en 1983 el alemán Peter Schilling recrea el personaje de forma más esperanzadora en una versión bastante techno (y, por qué no, bastante más mala). Parte de sus muy conocidos y discotequeros lyrics son:

Across the stratosphere
A final message
"Give my wife my love"
Then nothing more
Far beneath the ship
The world is mourning
They don't realize he's alive
No one understands
But Major Tom sees
Now the life commands.
"This is my home,
I'm coming home"...

Como fuere, al final, fue un happy ending. Tom is coming home, at last. Por ello, es probable que, junto a Armstrong y a Buzz Aldrin, Major Tom esté todavía deambulando por ahí como ex astronauta, dando conferencias y todo eso. En todo caso, me gustaría pensar que se parece mas bien al que Nicholson encarnó como Garrett Breedlove en 'Terms Of Endearment', de 1983... Al menos, por pinta de ex junkie, Nicholson no se queda.

Por cierto, dicen (dicen) que Luis Alberto Spinetta se inspiró en este personaje para su 'Capitán Beto', cambiando la nave espacial por un bus escolar. Por ahí debo tener la canción y prometo poner atención a la letra, a ver si se descubre alguna coincidencia.

Otrosí: Aparte de 'Pedro Navaja', del cual Blades hizo una secuela, no recuerdo otro u otros personajes que se citen de cuando en cuando en canciones a través del tiempo. Si alguno de los lectores conoce algún otro caso, sería deseable que lo compartieran, así nos enteramos (más vale tarde que nunca, como digo al comienzo).
Otro otrosí: Para los más curiosos, la imagen que encabeza este post corresponde al 'Astronauta Maya', ilustración que vi por primera vez mencionada en la inquietante película 'Recuerdos Del Futuro', basada en la obra de Erich von Dänniken. Es una escultura en bajo relieve en un templo en Palenque, México, que muestra lo que parece ser un astronauta instalado en su cabina de mando... sólo que es de aproximadamente el siglo XII, D.C.

07 abril, 2006

Le Voyage Autour Du Monde D'Un Tournesol Dans Sa Fleur

Calle de la Cajita de Música, Tabio, Cundinamarca, Colombia

Con el respeto que me merecen los incontables lectores de esta sección de complacencias literario musicales (con perdón del paréntesis, digo incontables en razón de que serán dos o tres, y están muy bien ocultos los condena'os), quiero permitirme incontables palabras (con esto digo, dos o tres) de agradecimiento muy especial a:

La artesana de los ojos negros, amiga genial e incondicional parcera, por las enormes charlas, las caminatas lluviosas en veredas de todos los tipos, el inacabable café y por todos los bombones que, desde toda distancia, ayudé a engullir y bautizar.
A mi amhijo, por permitirme siete días ser su pamigo, usar la parte de arriba del camarote y consentirme moverle las figuras de la puerta del refrigerador.
A monsieur Le Capitaine, por los glosarios y los cuentos, más de tres cigarros, todas esas historias del valle y el Juanpi-sitting.
Al bluesman de los yogas y los antibióticos, por enseñar que el couscous es mucho más que una llana sémola, por las peroratas explicativas, las crêpes y el jugo de uchuva.
A Carambola, por el eco de Adriana Varela rebotando exactamente como lo haría en un conventillo, allá.
A la Calle de La Cajita de Música, por esperarme tendida, como si tal.
A La Esquina, por la comida y el vino de casa que no tuve en suerte, esta vez, recibir.
A las ausencias, las viejas y las nuevas. A las amables presencias, siempre ahí.
Al teatro y a todas sus letras, por la oportunidad de volver a deletrearlas.
Y a Bogotá, el TransMilenio y sus taxis, por tener las calles alineadas de modo que desde donde uno quiera, siempre pueda llegar hasta Tabio, Cundinamarca, allá, en la Gran Colombia.
Y a Alfredo Bryce, por la brillantez de decir que uno no vuelve a las ciudades, sino a los amigos.
[Al 6.Abr.06, nomás acabando de llegar]