12 mayo, 2007

Segundo Domingo De Mayo, En Mi Piazza De San Marco


Si hoy fuera la ocasión, pediría esa tarde de regreso. Ustedes y yo cuchicheando, mirando cómo mi papá armaba el proyector y disponía la pantalla en la enormidad del comedor de la casa. 'Y ahora en silencio todos', nos volvería a decir mientras los cuadros desenfocados se van ajustando, los colores van tomando vida y nosotros volteamos la cabeza para vernos a los ojos, callándonos sentados sobre la alfombra: verte aparecer haciéndonos adiós, mandándonos besos volados con ese pañuelo blanco y el vestido verde con el que ahora nuestra imaginación te viste, echando los brazos hacia adelante, invitándonos a travesura con las manos; sentir el corazón vibrar con fuerza mientras te vemos caminar a paso cada vez más apurado cuando las palomas en el piso de la plaza picotean las migajas esperando a que ocurra lo inminente, que la magia de tus ojos verdes las vuelvas ángeles, que las haga elevarse, radiantes, por encima de la gente en un vuelo mudo, inacabable y lento, hecho de recuerdos que no sepan de años, de almas niñas que aprendan a volar con tus miradas y que, llegado el día, sepan pedirte que una tarde de domingo vuelvas a sentarte un ratito a oírte contarnos dulcemente que esa plaza tan bonita y tan llena de palomas está en un bello, lejano lugar que -como la felicidad- también se llama Venecia.

......................A Ana Violeta. Allá, a donde se fueron volando las palomas.

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