05 agosto, 2006

A K2 Of My Own

Posted by Picasa
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He hecho una estimación acerca de la cantidad de palabras contenidas en “Rayuela”. La edición que tengo en la mano (formato paperback, editorial Punto de Lectura, tapa gris y blanca, atrás foto de perfil de Cortázar, fumando) tiene setecientas once páginas. Hice un muestreo en dos o tres de ellas y resultaron tener alrededor de trescientas palabras, poco más o menos. Promediando el contenido de los folios que están profusamente adosados de notas con los que apenas incluyen dos o tres renglones (el más breve, aunque no lo aseguro, es el 118 en el que cita a Malcolm Lawry, en ‘Under The Volcano’, "¿Cómo convencerá el asesinado a su asesino de que no ha de aparecérsele?", el cual compite en brevedad con uno de mis favoritos, el 85, "Las vidas que terminan como los artículos literarios de periódicos y revistas, tan fastuosos en la primera plana y rematando en una cola desvaída, allá por la página treinta y dos, entre avisos de remate y tubos de dentífrico", verdad que es tan directamente aplicable a los cuentos que uno acomete), “Rayuela” debe contener unas seiscientas cincuenta páginas, y si es verdad que hay unas trescientas palabras en cada una de ellas, incluyendo los tres asteriscos que siguen al "paf, se acabó" del capítulo 56, debe contener unas ciento noventa y cinco mil palabras castellanas (no voy a redondear esa cifra a la centena de millar más cercana, es decir, las doscientas mil, por el pudor que implica saber lo que cuesta no poder escribir cinco mil palabras seguidas).

Hoy he escalado el K2 dos veces: hice algo que no muchas centenas de personas ha hecho (acaso sólo decenas, acaso nadie).

En el capítulo 78, segunda página en mi edición, Cortázar escribe: “…ese poema de Cummings donde se dice que para la creación el Viejo juntó tanto aire en los pulmones como una carpa de circo”. Cuarenta y tantos años después de que Cortázar incluyera esa mención en su manuscrito -seguramente tras haber revisado qué sé yo qué nota y pitar un amargo Gaulois- consulté en el oráculo Google (mediante “God” + “tent” + “Cummings”, siendo ee cummings, by the way, el poeta aquél que escribía todo en minúsculas, hasta su nombre, y uno de cuyos poemas fue mencionado –no tan al paso- en "Hanna & Her Sisters" de Woody Allen, específicamente aquel bellísimo que reza que "nobody, not even the rain has such small hands..."), apareciendo algunas cuantas veces la mención al fragmento que se cita. Textualmente dice (en minúsculas): “when god decided to invent everything / he took one breath bigger than a circus tent / and everything began…” Cortázar sigue: “No se puede decir en español. Sí se puede, pero habría que decir: juntó una carpa de circo de aire.” (nomás dejarlo ahí, pitando otro cigarro, fatigándose con la imposibilidad de la traducción perfecta, lamentando las curiosas imperfecciones de ciertos armazones lingüísticos y bufando otro ‘eppur, il faut tenter de vivre…’, frase que deberá poner cuidadosamente dos veces en el capítulo 28 -acaso el más largo, tampoco lo aseguro- en medio de sus trece mil doscientas palabras, si seguimos los promedios).

En el capítulo 101 (primera página) escribe, muy probablemente habiendo consultado algún santoral francés: “…jueves 1, viernes 2, sábado 3, domingo 4, lunes 5, martes 6, Saint Mamert, Sainte Solange, Saint Achille, Saint Servais, Saint Boniface…”. Según ello, la celebración de San Mamerto es el 11 de Mayo, el de Santa Solange el 10, el de San Aquiles el 12, San Gervasio el 13 y San Bonifacio el 14. El mes que Pola veía en el almanaque era, en consecuencia, Mayo. Dado que “Rayuela” se publicó en 1963, el año inmediatamente anterior que correspondió a un jueves 1º de Mayo fue 1958 (aquí presumo: Cortázar escribió este párrafo, con otro propósito y acaso con la intención de incluirlo dentro de los capítulos prescindibles, la brumosa noche del viernes 16 de Mayo de 1958, con aburrida luna nueva y una tremenda acidez parisina).

[Capítulo (Absolutamente) Prescindible: ¿Subir al K2? Algo pretencioso, seamos sinceros. Nada que no implique algunas cuantas horas de lectura y computador, y sin embargo… el repasar “Rayuela” implica riesgos tan grandes como la anoxia y la congelación: sostener en la escalada parte de una vida, atada a un invisible cordón de citas subrayadas en lápiz y en declinante resaltador amarillo, encarando identificaciones tan profundas como abismos en el hielo, enfrentando ahogos se parecen tanto a suspiros. Y todo para seguir apenas en la intuición de que la vida no es más que andar sin buscar, a sabiendas que se anda siempre para encontrar, como en toda segunda página de cualquier capítulo 1…]
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