22 noviembre, 2005

Ni Cursi Ni Kitsch: ¡Huachafo!



Con Augusto y Hernán intercambiábamos mails acerca de un artículo de Mario Vargas Llosa, escrito para 'Caretas' en 1983 y recogido por la siempre eficiente página de Arkiv, acerca de la huachafería. Pese a la distancia que imponen los años desde su redacción, aún en esos días se hacía evidente que era también bastante huachafo el que, al llegar a ser considerado un escritor de cierto mérito, ser llamado por los dos apellidos era más que un deber.

Debió ser por una cuestión de distancia a lo peruano -por aquello de que era imposible de que en Madrid o Londres, donde Mario vivía, existieran más huachafos por km² además de la cuestión generacional- que Vargas distorsionara notoriamente el concepto de lo que es huachafo. Cita, por ejemplo, a lo que los venezolanos llaman pava: es posible que por más que se esfuerce en explicarlo a través de los ejemplos (malos o muy imperfectos a ojos venezolanos, con toda seguridad), jamás nos aproximaremos a lo que es la verdadera idea de lo que puede llegar a ser algo pava. Igualmente, nada de lo que pueda exponerse en tono didáctico acerca de lo que en México se considera fodongo nos aproximará a esa exacta mezcla de lo desaseado, lo vulgar y descuidado que un fodongo puede llegar a ser. Tuve ocasión de preguntarle esto a un amigo mexicano cuando se refirió a una conocida común como a una fodonga; la definición más aproximada a lo que este amigo alcanzó a llegar fue (haciendo con la mano el ademán de pedir una repetición, más o menos) 'Fodonga es... ¡espera! fodonga es...'. Suffisant: le entendí de modo perfecto. Otro mexicanismo es naco, que no tiene nada que ver con nuestras numerosísimas acepciones de cholo ni tampoco con aquello que los argentinos llaman groncho, aunque en más de alguna arista estos calificativos sí coincidan.

Se me ocurre pensar ahora que he releído el artículo, que Mario Vargas tenía una fijación en bajarse (entre otras cosas, pues así se lo permitía la majestuosa serenidad desde la cual dirigía aún desde época sus sabios oráculos) al particular verso aquél en que Chabuca Granda lanza aquello del arrebol (del muy poético 'Fina Estampa': "arrebol de los claveles y las mejillas en flor", perfectísima licencia que emula lo encarnado de ambos sustantivos). Se la tenía jurada, seguramente. Sin embargo, que hay valses huachafos, sí, por supuesto que los hay: "Luis Enrique, el plebeyo, el hijo del pueblo, el hombre que supo amar / Y que sufriendo está de esta infamante ley", "No necesito amar, absurdo fuera / Repetiré el sermón de la montaña" (!) hasta llegar a los monumentalmente huachafos versos de "Pátro-patrón, sírvame más caña / Se me ha atorado un huesito en la garganta / Vaya al diablo el perrito y la calandria" (digo, con perdón, ¿qué carajo hacen un perrito y una calandria en un vals?). En fin sobre la huachafería en los valses hay material hasta pa' tres ternos con chaleco (otra huachafería en la que todos incurrimos alguna vez, supongo).

Mas bien, quien con bastante esmero y conciencia ha ido develando lo más huachafo de lo limeño en tiempos más recientes es Rafo León, a través de su columna 'China Te Cuenta Que', escrita por la hoy Dra. Lorena Tudela Loveday. León (desconozco su segundo apellido o no tiene mérito literario reconocido, una de dos) tiene una precisión quirúrgica para poner el dedo en la llaga con las huachaferías de todas las clases peruanas: aquello de impedir en las playas de Éishia que la servidumbre se bañe en el mar antes de las seis de la tarde y jamás de modo individual, lo arequipeño de veranear en Mejía aún cuando se tenga diez quiebras comerciales encima (y como si tal cosa), el alquilar el Casino de Miraflores para unas bodas de oro sin ser socios ni tener la menor intención de regresar en otra ocasión, las fiestas de quince años con bajada de escalera más, aquello de echarse siempre un 'Que en paz descanse' al referirse a un difunto por más que se le tenga que citar diez veces en una conversación, comprarse la 4x4 a pesar de que jamás se salga del asfalto, meterse a cursos de ISO 9000, intercalar términos técnicos específicos en inglés o escribir un blog... (dicho sea de paso, prácticamente todo lo anterior también linda con lo cojudo, así que por prudencia reculo aquí y no entro más en terrenos tan cenagosos, a menos que se quiera usar la 4x4 ut supra, claro...).

Una amiga muy querida murió hace poco. Cuando el féretro estaba descendiendo, un familiar (un tío, asumo), chapó el micro y le lanzó a voz en cuello un panegírico-jaculatoria-catilinaria (no sé qué era, en realidad) que fue para mí especial: era tan huachafo, pero tan huachafo, que motivó que me fuera a un lado a matarme solito de la risa... Eso sí, discretamente y por la sombra, que es como debe se proceder en observación al huachafísimo y nunca bien ponderado manual de Carreño.

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