13 noviembre, 2006

Belleza, A La Carta

Belleza gris (Richard Gere o Anne Bancroft, la Reina Isabel a los catorce, un Audi Quattro al que le están bajando el motor, una anónima anchoveta hecha harina de pescado).

Belleza inconforme (la película “La Guerra de los Roses”, un trébol de cuatro hojas, Mila Jojovich, los zapatos de fútbol blancos de Roberto Carlos).

Belleza inalcanzable (el mentón de Meg Ryan, el color de una foto a la constelación Cabeza De Caballo tomada desde el Hubble, la democracia, la Cuenca del Pacífico sin terremotos).

Belleza presuntuosa (Ava Gardner –incuestionablemente-, un acorazado alemán de la Segunda Guerra Mundial, la cuenta corriente de Michael Jordan, la Iglesia de la Sagrada Familia de Gaudí).

Belleza promiscua (un intercourse entre Brad Pitt y la Jolie, la Roberts en un ataque de diarrea, París desde la mirada de un clochard, no afeitarse en tres días).

Belleza infame (el rojo intenso de los pañuelos del Khmer Rouge, las dagas de Jack ‘The Ripper’, el departamento que se maneja Alan García en París, el amarillo verdoso de un vómito de segundo mes de embarazo)

Belleza boba (lo pulcrito del blanco del Papa Benedicto, el arreglo de un plato de tiradito, las flight hostesses, una Barbie sola en una estantería de Toys’R’Us).

Belleza irreal (la cara de María Félix, el jazz de Thelonius Monk, los chinos escribiendo ideogramas, aprender esperanto).

Belleza fallida (lo kitsch, la fea de un Ministerio andando con sobretodo, la reina de belleza gay, la ansiedad de abrir un diskette que contiene una carta que no se puede leer).

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