19 diciembre, 2007

Mánachment

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Algunos hasta podrían decir que soy más vago que las arañas, que están siempre allá arribita, colgadas de sus telas y esperando que la comida caiga en la trampa. Lo cierto es que soy más derecho que cola de chancho y me hace más feliz que perro con dos colas incursionar en la redacción de temas administrativos de modo de ir aprovechando no sólo los conocimientos adquiridos en este largo aprendizaje laboral, sino también de complementarlos con el manejo de algunas frases que han ganado su lugar en nuestra habla cotidiana con data más vieja que el hilo negro.
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Pongo ante sus ojos lo desarrollado hasta la fecha, un breve fragmento del capítulo tercero del artículo que estoy escribiendo a la fecha para la revista 'Leadership' titulado 'Chambear Es Más Fácil Que La Tabla Del Uno', guía destinada a toda persona que piense que trabajar es tan malo que a uno hasta le pagan por hacerlo. Advertencia: si por razones de formación profesional la lectura de este texto hiciera que el lector esté más perdido que maricón en shower, descuiden, como consuelo bastará saber que habrá quienes consideren también que esta lectura resultará ser tanto o más aburrida que chupar un clavo o bailar con la hermana. Sé que la intención de decir cosas que a uno le hagan quedar bien con todo el mundo es más antigua que cagar sentado, pero creo que algunas de mis sugerencias son más buenas que el pan francés (dicho sea de paso, ello aplicaría mejor a las cholonas que a veces alude mi amigo El Goldo, como por ejemplo aquella que era más blanca que teta de monja, fumaba más que puta presa y que -según Goldinho- consumía más huevo que sartén de chifa).

Capítulo III

Pa' Cojudos Los Bomberos & Los Que Aplauden En El Cine: ¿Es Tener Un Buen Sueldo Más Difícil Que Hacer Gárgaras de Talco?

Dice el adagio popular que nada es más tranquilo que ser guardián de morgue, salvo que uno sienta que le tocan la puerta desde adentro, lo que faculta a salir disparado corriendo más asustado que manco en camión sin barandas porque, eso sí, esa sensación debe ser más fea que comida de loco. Más aún, si uno tiene pocas luces (o sea, como que venga a ser más lento que tanque a pedal) puede que se le tarife con algo como aquello de ser más inútil que cenicero de moto, no obstante lo cual ello hasta podría ser superable si uno es aguantado como pedo de visita. Reglas de juego laborales, que les dicen. Hay que respetarlas por más que sean más pesadas que maletín de gasfitero. Un buen dato a considerar es que si el jefe -pese a tener más plata que los ladrones- fuera más duro que callo de chasqui con aquello de los emolumentos, no hay que asustarse como cucaracha en fiesta de cholos: lo más prudente sería esperar a que ocurra la primera celebración conmemorativa de la empresa, al menor descuido y cuando el interfecto ya esté -como consecuencia de los tragos- más movido que bola de cojo, hay que arrimársele y ponerse más laposo que marica pidiendo un beso, y ahí nomás sacarle el pago pretendido. Esta táctica puede ser más conocida que la ruda, pero a menos que el jefe sea más bravo que perro de chacra o más agarrado que vieja en moto, por lo regular funciona. ¡Ojo! a la hora de fijar la pretensión pecuniaria no hay que llegar a ninguno de estos extremos: ni mostrarse más huevón que los Teletubbies ni parecer más caro que querida rusa. Si se siguen estos preceptos fielmente, lo más probable es que todo vaya bien, que consiga un buen sueldo y acaben que los tiempos en que uno estaba más caído que teta de gitana. [Continuará...]

Quedo a la espera de sus comentarios.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que lindo maestro, es Ud. el rey de las metaforas. Ni el jeton Uribe le gana en floro.

Anónimo dijo...

Bonito título. Ojala el contenido sea entendible y la redacción no sea más aburrida que baile de tías (¿han visto cómo bailan entre sí las tías cuando están solas en sus reuniones? "¡Cosa fea...!", como diría Marcelito Meredith Efe.