09 enero, 2007

My Néim Is Bond: Hué Bond (Preguntas Inquietantes & Detalles Inútiles Acerca De Los Dobl-Ou-Sevn)

1. A ver... ¿por qué en ninguna película se ha visto que aborda a Bond el impertinente aficionado a los carros que siempre está cuando uno llega para subirse al auto y se manda de frente con el consabido "¡Aaala... qué bacán tu carro, 'onnn!... A ver, a ver, ¿hasta cuánto marca, chochera? ¿cuánto te da por galón, ah?", habiéndole dejado -por cierto- las huellazas de los dedos impregnadas en las ventanas?. ¿O al detenerse en algún semáforo no ha accedido a Bond jamás una mujer que con chiquillo en brazos le diga "Señor... ¡colabóreme con die' céntimo', pe'...!".

2. El más pipiolito en cuanto a apariciones Bond se refiere fue George Lazenby, quien a sus 30 años estelarizó 'On Her Majesty's Secret Service', en 1969. Daniel Craig ha hecho su primer Bond a los 38. El Bond más jovato fue un casi sexagenario Roger Moore, quien en 1985 hizo 'A View To A Kill': viejo o no, al final, igual tuvo su aguirre con una chiquía de muy buen ver. ¡Qué envidia, tío!.

3. Seamos conscientes que desde 1981, año en que se identificó el virus del SIDA, ha habido nueve películas de Bond (diez, si contamos el fallido retorno de Connery en 'Never Say Never Again'). A razón de cuatro coitos sugeridos en cada film, los Bond deben haber consumido algo así como tres docenas de condones los cuales, naturalmente, habrían de ser de la marca 'Rough Riders'. Insistentes rumores hablan de escenas -finalmente desechadas de las versiones presentadas en cine- en las que se ve a no menos de dos muy poco hábiles Bonds anudando esos adminículos después de usarlos, caminar en puntitas de pie y calatos hasta el baño para depositarlos en el tachito de tapa levantable. ¡Tap!.

4. ¿Habrá algún varón occidental que no haya querido alguna vez ser Bond o, al menos, tener instalado por ahí alguno de esos impresionantes gadgets? La ocasión no fue desdeñada por algunos ingeniosos commanders de nuestra Marina de Guerra: en 1993, un modestísimo Nissan Sunny había sido equipado con pequeños misiles que apuntaban delante del auto y que se activaban abriendo el cenicero, ubicado frente a la palanca de cambios. La circunstancia -acaso de tan habitual en esos días de atentados y terrorismo- fue olvidada de comentar por el commander lorcho al chulis de la limpieza en el servicentro (a lo mejor, quién sabe, estaría hablando por un teléfono satelital con algún doble agente de SMERSH, ensayando alguna nueva receta para martinis o acaso nuevos métodos de ganar al baccarat), de modo que al abrir el cenicero para eliminar los infaltables restos de pan, colillas, chicles y envolturas de chupetín, los dos misiles salieron disparados, chocando primero contra las paredes del lavadero y, por rebote, haciendo explosión contra en el techo. Una amiga que había llevado inocentemente su station al mismo lavadero ese día, resultó con serias heridas en uno de los brazos. Desde esa ocasión, me parece, ella juró no ver más películas de espías.

5. Preguntas personales: ¿por qué a los Bonds siempre les resulta con las chicas las levantadas de cejas, la movida de mentón, el aire parco y sarcástico, y a mí jamás? ¿acaso los Bonds no se cansan de comer caviar, tomar martinis o beberse un Dom Perignon heladito? ¿no sería bacán verlos zampándose un buen tacu-tacu montado, con un maleducadísimo cuchillo empujando el arroz y el huevo chorreándole desde las comisuras?. A ver, ¿por qué no se hace una película con Bond de joven, el día en que la novia le dice que está embarazada? ¿o la vez en que, zampado con diez shaken-not-stirred, le ponen su papeleta por manejar borracho? ¿o el día que no puede salir a matar malos porque está con resaca o, más pedestremente, porque le cayó mal la parihuela?... ¡Ja! ¡Ahí los quisiera ver!

6. Bond jijuna gran puc... ¡siempre ganas, oe! ¡cómo te odio!...

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