22 abril, 2007

Leo Maslíah: Jefe De Todos Los Servicios De Inteligencia


A Leo Maslíah lo conocí a través de un cassette que tenía Viviana entre esas curiosidades que nos íbamos prestando de a pocos en los inicios de nuestra amistad y que había llegado a sus manos desde Argentina, allá por 1989. El cassette se llama (en tiempo presente, dado que, pese al incontenible avance digital, aún no he desechado mi colección de setecientas cintas) “Fontova y Sus Sobrinos,Fontova Presidente’, –En Vivo, En Obras-”, y es uno de esos raros encuentros que se dan en llamar superbandas, pues se reunieron bajo la batuta (o bajo el bigote, en todo caso) de Horacio ‘El Negro’ Fontova músicos como Alejandro Lerner, Fito Páez, Alejandro Donés y el propio uruguayo Leo Maslíah. En una mezcla de canciones irreverentes y briosas, Fontova supo capitalizar las aptitudes de cada uno de los integrantes del modo en que lo hubiera hecho un presidente con su consejo de ministros; de ahí que en alguna parte del álbum llamara a Páez como su ‘Ministro de Poesía’ y a Lerner ‘Ministro de Seducción Social’. Según entendí con toda propiedad recién desde anoche, en esa ocasión Maslíah fue llamado ‘Jefe de Todos los Servicios de Inteligencia’.

En dos funciones sabatinas y una dominical en el ‘Satchmo’ de Miraflores, el cantautor, compositor, arreglista, narrador y poeta Leo Maslíah hizo su segunda presentación en Lima, tras algunos años de ausencia. Previsiblemente, la poca difusión de su arte en estos pagos, vino en resultar una asistencia magra y disímil, que no estuvo –acaso- a la debida altura del derroche de su humor, musical e inteligentísimo. Embutido en una pinta de profesor universitario, en una simbiosis perfecta de Hugo Plevisani, Gianfranco Brero y mi cuñado José Miguel, Maslíah empezó la segunda función del sábado (razonablemente, la que debió ser la más concurrida) frente a no más de unos sesenta asistentes, ante quienes empezó un monólogo con voz neutra y monocorde, la cual fue perfecto marco para empezarlo todo con un derroche de ironías relativas a unas vacaciones, humor que fue digerible para gran parte del público. Al avanzar el programa de su “Textualmente, Leo Maslíah”, sin embargo, al hacerse más denso el discurso y mucho más fino el humor, los murmullos y el (indebido) movimiento de los mozos atendiendo pedidos de las mesas delataban que no todo estaba marchando bien. Poco rato después Maslíah dijo, sarcástico: ‘Me parece que aquí tenemos un problema de códigos… Al parecer Uds. no entienden del todo cuándo termina un acto y cuándo empieza el otro’ (un poco más y dice ‘¡Aquí es cuando se debe aplaudir!’).

No obstante ello, no dudó en brindarse con extravagancias poéticas muy bien ambientadas con el piano (como en “La Tortuga”: …Ella escuchó atento, interrumpiéndome de vez en cuando para pedirme que repitiera alguna frase que le hubiese parecido especialmente hermoso. Luego me dio a entender que tenía hombre y ya me fui nuevamente al lago a buscar alga que le resultara apetecible. Recogí pasto y una planta de ojos verdes oscuras. También junté algún hormiga, por si acaso…) y en logrados y muy graciosos cánones que efectuó con Sandra Corizzo (jazzista vocal, pianista, cara alargada, copa 30A y pantorrillas anchas). Tras un intermedio, el cual aproveché para comprar un CD de Maslíah en la entrada (me consta que nadie más que yo lo hizo) e ir a saludar a Wendy Ramos que andaba entre la audiencia y comentarle aquello de Patch, el show se reinició con la otoñal canción ‘Hojas Muertas’, acerca de la cual Maslíah compartió con el público su inquietud, dado que habría de presentar este espectáculo próximamente en el hemisferio norte, ‘… y no sé qué voy a hacer para tocar esta canción, dado que allá es primavera’. No bastando ello, largó a tocar la enorme ‘Nfrgttbl’ de Nat King Cole, cuyo nombre no mencionó, pero que algunos logramos adivinar no sólo por la tonada, sino porque había omitido todas las vocales de la letra (decía algo más o menos como “Nfrgttble, thts wht y r, nd frvrmr s nr s fr…”; aquí reconoció, por cierto, que esto había sido inspiración de una canción de Harry Belafonte, la cual nunca había oído, pero que sí le habían contado). Antes de finalizar, tras varios bloops musicales y contrapuntos de voces con la Corizzo, Maslíah ilustró a la concurrencia respecto de lo terriblemente divertidos que pueden llegar a ser los horóscopos, acabando la presentación con una ininteligible pieza de jazz coral mientras (¡horror!) los mozos se apuraban en ir alcanzando las respectivas cuentas a cada una de las mesas… Como fuere, con altibajos, mozos y todas las disimilitudes, lo de Maslíah nunca bajó de genial (para los escépticos, dos muestras de su arte, “Indio Patoruzú” y “La Tortuga”, en el primer comment).

Por ello, mañana lunes mismo le pongo un mail al Presidente Fontova para que, sí o sí, le ratifique a este uruguasho su muy bien ganado título de Jefe de Todos Los Servicios de Inteligencia.

1 comentario:

Los hijos negados del Dr. No dijo...

La Tortuga (Leo Masliah)

Salí a caminar porque me sentía solo y el tedio me abrumaba. Afuera el sol resplandecía. Las nubes también pero más oscuros. Llegué al parque y me llené los bronquios de aire pura. Los ojos de los árboles se movían a impulso de una brisa fresca y delicado que hacía tintinear además los esqueletos de algunos insectos muertas contra fragmentos de botellas rotos. Me acerqué al lago y vi que una tortuga trataba de avanzar por el barro pugnando por llegar hasta el agua. No la dejé. Su caparazón era duro y su semblante inteligente y serena. Me la llevé para casa, a fin de paliar mi soledad. Cuando llegamos la puse en la bañera y me fui a buscar en la biblioteca un libro de cuentas para leerle. Ella escuchó atento, interrumpiéndome de vez en cuando para pedirme que repitiera alguna frase que le hubiese parecido especialmente hermoso. Luego me dio a entender que tenía hombre y ya me fui nuevamente al lago a buscar alga que le resultara apetecible. Recogí pasto y una planta de ojos verdes oscuras. También junté algún hormiga, por si acaso. De nuevo en casa, fui a llevar las cosas al baño, pero el tortuga no estaba allí. Lo busqué por todas partes, en el ropero, la refrigeradora, entre los sábanos, alfombras, vajillo, estantes, pero no hubo casa, no lo encontré. Entonces me vinieron deseos de ir al baño y los hice, pero cuando tirábamos la cadena comprobaste que el inodoro estaba tapada. Se les ocurrió entonces que the tortuga podía haberse metida allí. ¿Cómo rescatarlos? Salí de casa y caminé hasta encontrar una alcantarilla. Levantéi la tapa y me metisteis ahí. No habían luces. Caminéi. Los pies se me mojarán. Una rata morderói. Yo seguéi. "¡Tortuguéi, tortuguéi!", gritéi. Nodie contestoy. Avancex. Olor del agua no ser como la del lago. "¡Tortugúy, vini morf papit!", insistiti. Ningún resultoti. Expedición fútil.
Salí del cantarillo y en casa me limpí y me preparó cafés. Lo tomés a sorbo corta, mirondo televicián. En sópito ¿qué vemos in pantalla? Tortugot. "¿Cómo foi a parar alá?", le preguntete. Y ella dijome ofri con dichosa contestaçao: "No por Allah: Budapest. Corolarius mediambienst cardinal e input fosforest". A la que je la contesté "bon, but mut canalis et adeus, Manuelita". "¡Nai, nai!", dictio tort, "eu program mostaza interesting". "Demostric", pidulare. Tons turtug bailó, candó, concertare, crobacía y magiares, asta que yo poli me zzz.