05 mayo, 2006

Still Got The Blues

Para no quedar mal, en primer lugar por aquello de ser éste un salón literario musical de arritmias y descompases y en segundo, porque he sido reputado como que gusto del blues armenio, he decidido -ahora que la tecnología y el gorreo de royalties lo permite- poner en vuestra disposición auditiva un blues que, a mi juicio, es representativo.

Para empezar, todos sabemos que el blues es una corriente musical negra que nació en el sur de los Estados Unidos, en la zona del delta del Mississippi, fundamentalmente ejecutado -quiero decir, musicalmente, no en el modo en que lo haría el Klan en alguna eutrapélica versión Lynch- con una guitarra, un tubo metálico si es que había slides (haciendo las veces de capotraste móvil) y una armónica de un solo tono. Cuando esas raras y felices mezclas hicieron que a dichos instrumentos se añadiera la ágil versatilidad de un piano, los acordes del boogie-woogie y la coralidad de los spirituals, ya el blues estaba más que completo. Lo demás han sido valiosas e innovadoras ramificaciones que llevaron al blues hacia ritmos más eléctricos, abarcando muchísimas de las más destacadas voces, de modo independiente a su primigenio origen negro: así, hay corrientes de blues en Inglaterra, Francia, España, fortísima en Argentina y, con toda seguridad, también en Armenia (aunque esto aún no me consta personalmente, pero con el antecedente de haber oido blues en quechua tampoco me sorprendería).

A todo esto, usualmente se asocia la palabra blues a la nostalgia o la melancolía; alguna vez oí a un pianista blanco de blues explicar cómo sintió una discriminación-al-revés cuando uno de sus pares, un músico negro, le dijo que 'Los blancos o se deprimen o se bajonean, pero jamás podrán tener un exacto blues'. Tal vez no le faltaba razón: según los entendidos, las tonalidades del blues provienen del intento de aproximar una escala pentatónica africana -traida a América por los esclavos negros- a la heptatónica occidental y, como resultado de ello, surgieron muchos tonos imitativos intermedios, difíciles de transcribir a un pentagrama. A más de ello, como en todo otro género de raíz popular, los temas de las letras de los blues originales eran, por regla general, muy personales y contenían con frecuencia alusiones a traiciones, abandonos y amores no correspondidos, configurando situaciones penosas de quiebre anímico, soledad, lejanía, desazón o hambre. Como consecuencia de ello, algunos entienden que el blues es una aproximación músical a una sociología profundamente enraizada en la experiencia sureña negra y que expresa tan peculiar microcosmos con intensa pasión autobiográfica.


No hace mucho, un amigo que no conoce nada de blues me pidió que le pusiera una canción que evidenciara todo lo que he tratado de explicar hasta aquí. Entre las algunas-cuantas que obran en mi poder, decidí por una del inacabable B. B. King. La escogí no solamente porque es una versión de un clásico compuesto por Big Bill Broonzy en 1941 y cuenta con el concurso de otro genial bluesman, Eric Clapton, sino porque pone en su música y sus lyrics una de las expresiones más genuinas del blues de todos los tiempos (y porque, además de todo, también me trae muy buenos recuerdos).

'Key To The Highway', de Big Bill Broonzy, en voces de B.B. King y Eric Clapton (del álbum 'Riding With The King', Reprise / WEA, 2000). Instrucciones de uso: Dar Play, cerrar los ojos, menear la cabeza al ritmo de la música y al mismo tiempo taconear con el pie izquierdo, tap... tap... tap... tap...

I've got the key to the highway,
Billed out and bound to go.
I'm gonna leave here runnin',
Walkin' is most too slow.
I'm going back to the border
Anywhere I'm better known.
Because you haven't done nothing, baby
But drove a good man from home.
When the moon peeks over the mountains
You know, I'll be on my way.
I'm gonna roam this highway
Until the break of day.
Oh, give me one more kiss darlin'
Just before I go,
'Cause when I leave this time, girl,
I won't be back no more.
.

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