07 febrero, 2007

Inquietudes Sobre El Síndrome de Inmunodeficiencia Acentual Adquirida (SI'A)

"Este género (el reggaetón), no solo es un ritmo musical (!) sino ya es un género más, así como la salsa o el rock (...) Yo soy de Villa El Salvador, toda la vida he vivido ahí, y me siento orgulloso de ser de Villa El Salvador..." - M.C. Francia, Villa El Salvador, 25 años, en la foto -

"¡Flow!..." -N.N., Surquillo, ¿20? años, lanzando las manos en difícil pose para noticiero matutino, promocionando ser telonero del concierto del reggaetonero alias Don Omal -

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Antes que nada, varias preguntas me zumban en la mente:

A ver, ¿por qué desde hace como unos cinco años, poco más o menos todos los narradores de noticias de la televisión han adquirido un tonito entre mexicano, miamense y español (de España) para contarnos las noticias? Esforzadísimo y feo: algo tan nasal y gangoso como "Laparlamentaria adelannn-tó qu'iniciará una campaña masiva para que lossupermercados y grandesalmacenes nnn'otorguen crédito a estos... homicidas, que no pasanalimentos a sushijos, matando lentamente su autoestima, saludyeducaciónnnnn".

A ver, ¿por qué Gianella Neyra, Papelito Cáceres y Carlitoz Bejarano hablan con tal acento rioplatense que hasta Giacosa envidiaría, si hace miles de años que se han reinstalado acá?

A ver, ¿por qué cuando estaba de moda la salsa, ¡vaya!, Antonio Cartagena y Willy Rivera hablaban con un swing caribeño inequívoco, comiéndose las eses, haciendo menos fricativas las erres y suavizando las jotas hasta volverlas unas frágiles haches? Cito de Cartagena (negro, peruano y de Llorqui, para más datos), de alguna entrevista de televisión de hace algunos años: "Aquí, con lo' muchacho', vamo' a hacel una hira por varia' rehione' de Sudamérica, incluyendo también a Perú... No. Esta ve' no traigo a mi ehposa ni a mi' hiho'..." (o sea, ni a sus hijos).

Atención que no tiene mucho que ver, dicho sea de paso, con los sufridos peruanos que se van para quedarse (allá). Aquellos no impostan huachafamente un acento con el fin de distinguirse, sino que aceptan los giros de las sociedades que los acogen como parte de un sano y recomendable mecanismo de su propia integración; a todo esto, un amigo muy querido, quien renegaba hasta hace poco del acento argentino -tiene veinte años viviendo allá- hubo de resignarse porque, según me contó, sus hijos no le entendían cuando les hablaba de tú... ahora dice '¡Hola!' al contestar el teléfono y hasta da besitos en las mejillas a sus patas, al saludarlos. He visto tristemente que los peruanos que se van empiezan a llamar soda a las gaseosas, gogo's a las discotecas de chicas malas, troca a los camiones y así dañosamente hasta que aprenden a llamar p'atrás (call you back) y, lo que es peor, a decir que todo eso se les va a ir apenas lleguen a Perú. ¡Horror! he ahí el peor crimen contra nuestra lingua peruviansis: cuando uno se empieza a referir desde el extranjero al Perú como Perú, a secas y sin artículo, ahí se empezó a joder la Francia (o sea, la mamá de EmCí ut supra).

Pero a lo que iba. Aquellos que viven fuera por tiempos largos están, desde luego, absolutamente dispensados (queriendo decir, sólo hasta que regresen al Perú). Pero, ¿qué hay de los especímenes antes mencionados como ejemplos?. Hoy a mediodía, mientras almorzaba con dos amigos conversábamos acerca de que todo ello podría ser atribuible a una intrínseca debilidad cultural de nuestra nación, posiblemente remisible a las épocas del imperio Inca. Al parecer y sin más, todo lo foráneo lo aceptamos como bueno (en los good old days de la Revolución Peruana y Sinamos a esto se le llamaba peyorativamente alienación, mismo cuento de Ribeyro). Ha sido fácil, entonces, que entraran desde las películas de charros (ocasionando que todos los piuranos se computaran tapatíos), las series de El Chavo y Otro Rollo (que ocasionan, ¡grr!, que nuestra infancia empiece a decir 'cámbiale a la tele', 'checar' y peor aún, '¡no se vale!'), las películas chinas, las mil quinientas de Van Damme y las de patinadores (¿alguien se acuerda de Roller Boogie? al menos en Chincha causó tal furor que decenas de niñas iban a patinar al antro de la Iglesia -sic-), la onda de la salsa (de lo que ha quedado en la jerga del Llauca aquello de barrunto, por barrio, sin preguntarse siquiera por la connotación del verbo en esa canción de Lavoe), la de El General, la del rock en castellano, la del reggae (comiquísima ex-animadora-ex-bataclana-nunca-rubia-y-ahora-dedicada-a-su-spa-y-a-leer-a-Chopra pregonando hace algunos años que contaba al réggue -sic- como música que disfrutaba tanto o más que la clásica), la de hacer blogs (mea culpa) o tener su página web y así en un infinito etcétera. Todas esas waves nos ganaron. Todas y cada una. Entonces, ¿podríamos quejarnos de que ya seamos un país, ¡vaya!, de parada obligada de los virtuosos exponentes de este ritmo urbano y expresivo cuyos finos orígenes se remontan a las nada sórdidas improvisaciones surgidas los ghettos negros norteamericanos, como es el reggaetón?...

.....¡No, no podemos, asere!
.....Que'ste reguetón sí que la mueve,
.....Sea en Lima, Callao o Elfrontón ¡flow!
.....Que todo ' mundo ya baila reguetón.
.....Que todo ' mundo ya baila reguetón, ¡yoo-u!
.....Que todo ' mundo ya baila reguetón.
.....Que no'e' mi culpa ni de Alan García
.....Que no es otla cutra de la Policía
.....No es SIDA, blódel, mi helmano
.....Ni nada que te haga fluncil el ano
.....No e' nada de índole sexual
.....E' sólo inmunodeficiencia acentual
.....E' sólo inmunodeficiencia acentual, ¡flow!
.....¡E' sólo inmunodeficiencia acentual!

Entonces, no hay que queharnos. Acaso sea apenas cuestión de dejar que siga el flow, mi pana, ¿no e' veldá?...