30 diciembre, 2005

No Sé Si Te Fijaste En La Marca...

"Tengo un traje de Yves Saint Laurent / Un perfume de Paco Rabanne, seis corbatas diseño Cardin, / Como toda la gente... / Dos camisas que son Cacharel, tres pañuelos de Coco Chanel, cuatro jeans, un reloj, y un mantel son de Sergio Valente, / Como toda la gente..." (Poutpourrí ochentero, Ángela Carrasco)

No hace falta mucho para convencerse de que no hay nada nuevo bajo el sol. Anoche, buceando en las inmensidades de Wikipedia, encontré una página que se aproximaba en menos de dos líneas a una inquietud que tengo desde hace algún tiempo: existe un consultor de manejo de marcas que ha iniciado un proyecto de seguimiento a las marcas más frecuentemente mencionadas entre los Top 20 de la lista semanal de cien canciones que publica Billboard. Pese a que se especula que la tendencia actual de ciertos músicos (según espeta un crítico musical en Somos Nº 994, tras ser absorbidos por el monstruo corporativo) es que sean pagados por incluirlas en sus canciones, quienes tenemos los pies algo metidos en la afición musical el asunto no deja de incitarnos hacia pasiones algo detectivescas.

Algunos botones, aun cuando entre ellos no haya logrado rescatar ni una sola vez a la universalmente famosa marca ACME:

Si bien hay infinidad de canciones que enumeran ciudades y lugares (baste recordar la eterna 'Route 66', de Bobby Troup, popularizada por Chuck Berry), al parecer la asociación entre música y automóviles es más que inevitable,

'Cause baby I got plenty of that I love you for your pink Cadillac / Crushed velvet seats, riding in the back / Oozing down the street... ("Pink Cadillac", Bruce Springsteen).

Susy se divierte viajando en Cadillac / Tiene mucho dinero y nada en qué gastar / Su máquina la envuelve si sale a caminar / Sus manos en los controles y su sensualidad... ("Susy Cadillac", argentinísimo Pappo Napolitano, en tributo a la piernona de la "Mustang Sally", sobre la cual quiero pensar que Wilson Pickett compuso a partir de un Ford Mustang: su perfecto beat no merece menos).

Stop when you're in your Ford Cortina / You know when you're accident prone, / Nobody likes you. / Wave to a man in a Rolls/ 'Cause he knows how to live, ha! ha!... ("Stop & Take The Time to Smell The Roses", Ringo Starr)

Em fevereiro (Em fevereiro!) / Tem carnaval (Tem carnaval!) / Eu tenho um fusca e um violão / Sou flamengo e tenho uma nega chamada Teresa... ("Pais Tropical", Sergio Mendes. 'Fusca' es, por supuesto, un VW Escarabajo).

Y, desde luego no debo olvidar Mamá, mamá, mamá, no te robes mi Yamaha / Mamá, mamá, mamá, a tu edad ya no es tan paja... de Los No Se Quién & No Sé Cuántos.

Sobre aerolíneas, los Beatles pusieron su favorita de entonces en: Flew in from Miami Beach BOAC / Didn't get to bed last night / On the way the paper bag was on my knee / Man, I had a dreadful flight / I'm back in the U.S.S.R... Eric Clapton y B.B. King revivieron a la TWA y la encarrilaron sobre ruedas en "Riding With The King" (Get on a TWA to the promised land / Every woman, child and man gets a Cadillac / And a great big diamond ring / Don't you know you're riding with the king?...)

Of course, my horse. No faltan hasta las chelas y los tragos (fichos y de los otros):

Põe meia dúzia de Brahma prá gelar, muda a roupa de cama / Eu tô voltando... (Simone, "Tô Voltando").

Si vos no sos normal sabes, tampoco yo / Porque al parecer soy medio raro. / No quiero terminar en una celda / Sin mi Fernet con Coca, Coca Cola... ("Fernet Con Coca", Vilma Palma E Vampiros).

Well, you went uptown riding in your limousine / In your fine Park Avenue clothes / You had the Dom Perignon in your hand / And the spoon up your nose... ("Big Shot", Billy Joel).

La verdad es que, tratándose de esto, hay de todo.

Refrigeradora: Just like a broken marriage, when two people just don't care / Like when the cupboard is empty or there's no food in the Frigidaire ("Heels Of The Wind", Elton John).

Revólveres y pistolas: Un .38 Smith & Wesson del especial / Que carga encima pa' que la libre de todo mal... (ya sabemos de quién y de dónde es), o, Y le puso al borracho un Magnum frente a la cara / Y le dijo 'Entrégalo todo o se dispara'... (mismo autor, Rubén Blades, en 'Sorpresas', la vigorosa secuela de 'Pedro Navaja')

Consola de videojuegos: Disagree? Well, that's you and I'm sorry / Imma keep playing these cats out like Atari / Wear high heel shoes gettin' love from the dudes / Four bad ass chicks from the Moulin Rouge... (Li'l Kim, "Lady Marmalade")

Insecticida (!): No queda nada, nada, nada que jalar / De vacaciones me quiero ir, a ver las focas y el Casino en La Feliz / No me banco las hormigas / Por favor pásame el Raid... (Charly García, "No Me Banco Las Hormigas").

En realidad, todo lo dicho antes sólo está puesto ahí para justificar la mención de las tres que originalmente motivaron mi búsqueda, por haber sido muy significativas en mi formación auditiva. Son, ¿cómo decirlo?... singulares. Las marcas difícilmente volverán a ser mencionadas así como así, por más que haya alguien que las quiera rankear desde las listas de Billboard. Tal vez por eso merecen ser atesoradas:

El presuntuoso Lear Jet de ensueño, gracias a la dulzura de voz de Carly Simon en "You're So Vain" (con coros del propio Jagger y dedicada a Warren Beatty, según dicen);

Well, I hear you went up to Saratoga / And your horse, naturally, won / Then you flew your Lear Jet up to Nova Scotia / To see the total eclipse of the sun...

La cámara Rolleiflex que captura la enorme magia del bossa, en composición y voz de Antonio Carlos Jobim, "Desafinado":

Fotografei você na minha Rolleiflex / Revelóu-se a sua enorme ingratidao / Só, não poderá falar assim do meu amor / Este é o maior que você pode encontrar / Você com a sua música esqueceu o principal / Que no peito dos desafinados também bate um coração...

Y, evidenciando lo generoso que puede llegar a ser el amor hacia la mujer que uno quiere, Serrat con el viril gesto de desprendimiento para con la pista de autitos elécticos, la amada Scalextric, en "La Mujer Que Yo Quiero".

La mujer que yo quiero me ató a su yunta / Para sembrar la tierra de punta a punta / De un amor que nos habla con voz de sabio / Y tiene de mujer la piel y los labios. / Son todos suyos mis compañeros de antes / Mi perro, mi Scalextric y mis amantes...

(Enorme, enorme...)

A este paso, entre marcas y nostalgias, ya vi que no me queda otra: debo recordar mencionar en todos mis pedidos de Año Nuevo el corito de la incontrastable Janis Joplin cuando tan bien decía aquello de...

Oh Lord won't you buy me a Mercedes Benz? / My friends all drive Porsches, I must make my ammends!
¡Ojalá y se me cumpla!

29 diciembre, 2005

Hora Décima

La poesía oral improvisada es de raíces antiguas, con toda seguridad anteriores a la poesía escrita. Sin embargo, ni la aptitud versátil que ésta tiene, aún con aquello de la composición alegórica y de sabor regional, le ha podido sacudir el estigma de ser considerada un género menor.

Confesando mi casi total ignorancia sobre el tópico, debo reconocer que muchas composiciones redactadas en décima (a veces, con la premura que impone un vertiginoso contrapunto) no dejan de tener un particular y modoso encanto. Para quienes quisieran ampliar el concepto de la décima, recomiendo la buena página peruana Decimistas.

Entretanto dejo a sus ojos la siguiente y amena décima, compuesta por mi buen amigo Javier Rosas Best ante contrincante piurano.

En la cálida y bella Piura
La chicha se toma en poto,
Por eso es que te noto
Tomar en poto y sin mesura.
Pero has de saber mi hermano
Que acá en Lima es diferente,
En vaso toma la gente
Y tomar en poto es extraño.
Por eso te pido piurano
Para evitar un alboroto,
Y ponerle por fin coto,
Que me permitas el cambiazo:
Yo te consigo el vaso
¡Pero tú me das el poto!

28 diciembre, 2005

Lima y Su Alicayente FM: Static For All


"Give her some funked up music she treats you nice / Feed her some hungry reggae she'll love you twice / The girls don't seem to care tonight / As long as the mood is right / As long as the mood is right / No static at all / FM: no static at all..." (Steely Dan, "FM", 1978).

A propósito de la FM y el buen mood que solía tener, la conversión desde hace pocos días de la veneradísima Stereo 100 a la bastante más ramplona 'Ñ - Rock En Español' evidencia una etapa más del lento desplome de la radio de calidad ante la inexorable guadaña del rating. En un dial plagado del energúmeno griterío de reggaetón y del reverberado disfuerzo de estaciones salsohuayneras (algún neologismo hay de inventarse para denotar tan contrahecho mix), subsisten apenas tres estaciones musicales que, malgrado los años, permanecen estoicamente aún fieles a sus raíces: Doble 9, Telestéreo 88 y SolArmonía. Todas las demás -me refiero a las musicales- parecen estar pasando por diferentes estadios de mutaciones monstruosas que están convirtiendo la amalgama dubitativa del espectro multiforme limeño (que le dicen los NSQ), literalmente, en una horrísona chanfaina que propende a vender segmentos específicos de mercado como elementales espacios para la publicidad. Como se dice ahora, 'No, pues, ¡así no es!'.

Son inabarcables muchas de las combinaciones que el oyente de FM tiene según los horarios: por las casi dieciséis horas que una persona regular estaría en aptitud de escuchar radio (digamos, sólo FM), serían como cuatrocientos treinta los segmentos de una hora a los que tendría acceso. Si la persona regular fuera salteando de estación en estación, aun cuando ello se produjera sólo una vez cada cinco minutos (¡agárrense las manos, neuróticos del dedo inquieto sobre el dial!) los números se vuelven de magnitud inmanejable. Digo, ¿es posible, entonces, que uno pueda caber cabalmente dentro de una tipificación casi kirchneriana del oyente cuarentón, de preferencias por el rock en inglés y del segmento socioeconómico AB?. Imagino entonces que la sugerencia para dejar atrás a Stereo 100 se debe a algún hábil conductor de encuestas y focus groups quien, desenmarañando sobre una mesa de trabajo congestionada de cifras, gráficos y cuadros estadísticos, alguna vez vio la claridad que permitió sugerir a los gestores de esa compañía de radio la exacta delimitación del nicho de mercado que aún no ha sido atendido por su competidores... [El modo exacto fue éste: sin que venga a cuento (la Semana Santa está aún próxima y no sabe qué hará con la familia), el encuestero recuerda el campamento que pasó alguna vez en Chepeconde con la fulanita de tal que llevó su guitarra y que en medio de una feroz huasca se arrancó con un 'Rasguña Las Piedras' y que qué bonito sería si hubiera una estación pasara sólo esa música y... wait, ¡eureka, eureka!... Todo resuelto: uno, la estación que falta es una de rock en español (problema de consultoría solucionado) y dos, Semana-Santa-es-de-campamento-con-la-familia-y-ojalá-el-dueño-de-la-agencia-me-pague-puntualmente-este-fin-de-mes]. Vuelvo a decir (de pura pica porque jamás me han encuestado ni he estado en algún focus group): 'No, pues, ¡así no es!'.

Es una pena decir que la radio sobria y de calidad se está desplomando (ya no es ni la sombre de lo que nunca fue, Steely Dan). A los oyentes nos queda apenas un acto de inmolación (como todos ellos, inútiles y mudos o, en este caso, sordos): no pienso escuchar jamás 'Radio Ñ '. Jamás. En vez, procuraré prestar más oídos a Telestéreo 88, Doble 9 y SolArmonía (y si con eso ayudo a evitar que caigan segados por una radio huachafa y promiscua, hasta prometo poner atención a los comerciales).

Y para honrar la memoria de lo que fue pionera y muy querida Stéreo 100, con mucho cuidado ubicaré en el dial un espacio cuya frecuencia aún no haya sido otorgada, subiré el volumen al máximo y guardaré un respetuoso minuto de estática por los gloriosos momentos de la que fuera tan entrañable radio...

Stereo 100 ha muerto: ¡viva Stereo 100!.

09 diciembre, 2005

Casino Royale (O 'The Look Of Love / Is In Your Eyes...')



En 1967 se estrenó la película 'Casino Royale', basada parcial y distantemente en la novela homónima de Ian Fleming, en la que aparece por primera vez el personaje de James Bond, maestro espía. La película fue un fabuloso y enredado spoof que recuerdo haber visto algún domingo en la noche junto con mis hermanos en la sala de nuestra casa en Chincha, en un imperecedero Zenith, allá por 1969 ó 1970. No obstante haber perdido (por la transmisión de blanco y negro) toda la colorida psicodelia de la que está cargada y, a pesar de que el argumento y la edición son por demás enrevesados (la película fue dirigida en segmentos, en locaciones separadas, por cinco directores), mis ojos de niño consideraron durante mucho tiempo aquélla como una de las películas que mejores ratos me proporcionó.

Hace algunos años, aun cuando la saga Bond ya tenía más de una decena de películas lanzadas, deseé ubicar un ejemplar de la novela en la que se basó el guión de la primera película de la serie. En secreto impulso, quería ver por escrito el modo en que alguien podía dibujar el britanismo de un Peter Sellers hecho James Bond, la sensualidad opulenta de Ursula Andress como Vesper Lynd, el toque tan caballeresco de David Niven, el Bond ajado y sacado de su retiro... hasta los hipos de Woody Allen (Jimmy Bond) o el fumar desenfadado de Orson Welles haciendo de Le Chiffre. Por mucho tiempo la búsqueda fue inútil: no pude conseguir el libro, ni siquiera en copia usada, en Lima ni en Buenos Aires (allí, ni gracias al piadoso esmero con que mi gran amigo Guido Gonzáles recorrió librerías de segunda mano por todo el centro durante semanas y semanas). Sin embargo, cuando había sacado ya el tema de mi cabeza, en una búsqueda bastante accidental en una librería de Manhattan, alguna tarde en que me guarecía de la nieve y esperaba a que pasara la hora pico (y con ella, las tarifas para regresar en tren a New Haven), di con un ejemplar de la novela. No podía creerlo. Tenía en mis manos el libro con el que tanto había (literalmente) soñado. Lo olí, lo hojeé y -de nada vale negarlo- suspiré como acto que corona la búsqueda. La edición era barata y la tapa estaba adornada con una mujer a media luz, vista de lado. 'Casino Royale', by Ian Fleming...
¿No les ha pasado que al desear con mucho fervor algo, al momento de llegar a veces desilusiona? Eso, exactamente, fue lo que me pasó a mí. La novela es un relato de alguien que se está recién acostumbrando a oir su propia voz: muchas idas y vueltas, explicaciones innecesarias, personajes con poses y giros extraños; ni Bond, ni Lynd, ni Le Chiffre eran -por asomo- nada que pudiera asociarse a la maravillosa película que vi en la infancia... Al terminar de leerla suspiré otra vez. En esta ocasión, desilusionado.

Debo admitir que la vida siempre da segundas oportunidades, y por eso no me quejo. Una vez, para mi fortuna, paseando con Pepe Velásquez por algunas tiendas en Miami buscando -como todo peruano que se precie- vídeos en ofertas y remate, encontré una copia en DVD de 'Casino Royale' (tampoco lo podía creer, no había podido ubicar ninguna copia disponible ni en Amazon ni en EBay). Estaba intacta, sellada, y pertenecía a una edición -probablemente muy corta- efectuada en el año 2001. La olí, como es natural, antes de pagarla en la caja.

Varios días después, ya en casa, pude estar al amparo de la tranquilidad que me permitiría disfrutar un singularísimo reestreno. 'Casino Royale', for Carlos Barrientos only. La primera sorpresa es que el DVD incluía en bonus una versión de un 'Casino Royale' lanzado al aire para la televisión en 1954 y protagonizado por Peter Lorre. Para alargar el disfrute, decidí ver esta versión en primera instancia: el argumento era exacto al de la novela, con lo cual el ver esta parte no pasó de ser algo bastante aburrido (como mucho de todo lo que se ve en blanco y negro). Sin embargo, desde que empezaron a aparecer los títulos de la verdadera película (esta 'Casino Royale' jipilina y casi surrealista), mi ánimo iba pasando de normal a Richard-Gere-en-Mr.-Jones-de-etapa-eufórica. Sencillamente, la película es una completa locura, aún cuando no se cuente aquello de que Peter Sellers simplemente largó a la producción faltándole filmar centenares de escenas, ni que -debido al celo profesional de dos de los directores- buena parte de los rollos de cuadros cruciales se extraviaron. El film es un monumento al optimismo y a la comicidad desplegada por el magnífico conjunto de un jamás igualado cameo y en la que todo brotaba de modo muy espontáneo. La película me volvió a parecer entrañable, divertidísima.

[Debo detenerme aquí... dicen que las emociones sentimentales comienzan a aparecer recién en la adolescencia, y sin embargo, desde la primera vez en que vi la película recordaba con detenida precisión el espléndido porte de una Ursula Andress (la única Vesper que cabrá en mis recuerdos), vestida de una seda delicada y haciendo una lentísima entrée detrás de la cortina que a los ojos de Sellers (Bond) impone una pecera en la que decenas de pececillos de colores parecen flotar, mientras alrededor suena 'The Look Of Love' en las suaves y eficaces trompetas del Tijuana Brass... Si hay algo parecido a la definición de lo que es sensualidad, creo haberla encontrado ahí: en el medio preciso de esos bamboleantes y muy musicales pechos que la Andress me regaló una noche de domingo...]

En 2006 se estrenará otra 'Casino Royale', esta vez con un nuevo Bond (Daniel Craig). Las chicas Bond volverán a ser lindas y plásticas, y seguramente Le Chiffre será un malo tecnológico e insondablemente ruin. A lo mejor, hasta podríamos pensar que todo volverá a ser como en el libro original, sin gracia, risas ni bossa nova. Iré al cine, la veré y seguramente habré de disfrutarla. Y sin embargo...
(No. No tienen que preguntarme: entre las dos, Uds. ya saben cuál habrá de ser mi favorita.)